MIÉRCOLES, 23 DE MARZO
NO OS DEJÉIS LLEVAR DE DOCTRINAS DIVERSAS Y EXTRAÑAS
Las penitencias, las mortificaciones de la carne, la constante confesión del pecado sin arrepentimiento sincero, los ayunos, las fiestas religiosas y las ceremonias externas que no van acompañados de una verdadera devoción: todas estas cosas no tienen valor alguno. El sacrificio de Cristo es suficiente; él hizo una ofrenda total y eficaz a Dios, y el esfuerzo humano sin el mérito de Cristo no tiene valor alguno. No solamente deshonramos a Dios siguiendo esta conducta sino que destruimos nuestra utilidad presente y futura. El dejar de apreciar el valor de la ofrenda de Cristo tiene una influencia degradante: esteriliza nuestras expectativas y nos priva de nuestros privilegios, nos induce a recibir teorías inseguras y peligrosas concernientes a la salvación que fue comprada para nosotros a un precio infinito. Pero no debe entenderse que el plan de salvación consiste en que el poder divino se comunica a la persona para hacer que su esfuerzo [empeño] humano tenga éxito total (Mensajes selectos, t. 3, p. 216).
“Os daré corazón nuevo”. Cristo debe morar en nuestro corazón, así como la sangre está en nuestro cuerpo y circula por él como una potencia vivificadora. No podemos insistir demasiado en este punto. Al par que la verdad debe ser nuestra armadura, nuestras convicciones deben ser fortalecidas por la simpatía viva que caracterizaba la vida del Salvador. Ningún hombre puede subsistir a menos que la verdad viva se manifieste en su carácter. Hay un solo poder que puede hacernos o mantenernos firmes, y es la gracia de Dios en la verdad. El que confía en otra cosa está ya tambaleando, pronto a caer.
El Señor desea que se apoyen en él. Aprovechen al máximo cada ocasión para acercarse a la luz. Si se mantienen alejados de las santas influencias que emanan de Dios, ¿cómo podrán discernir las cosas espirituales? (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 180)
Venid a Jesús, y recibid descanso y paz. Ahora mismo podéis tener la bendición. Satanás os sugiere que sois impotentes y que no podéis bendeciros a vosotros mismos. Es verdad: sois impotentes. Pero exaltad a Jesús delante de él: “Tengo un Salvador resucitado. En él confío y él nunca permitirá que yo sea confundido. Yo triunfo en su nombre. Él es mi justicia y mi corona de regocijo”. En lo que respecta a esto, nadie piense que su caso es sin esperanza, pues no es así. Quizá os parezca que sois pecadores y estáis perdidos, pero precisamente por eso necesitáis un Salvador. Si tenéis pecados que confesar, no perdáis tiempo. Los momentos son de oro. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9. Serán saciados los que tienen hambre y sed de justicia, pues Jesús lo ha prometido. ¡Precioso Salvador! Sus brazos están abiertos para recibirnos, y su gran corazón de amor espera para bendecirnos (Mensajes selectos, t. 1, p. 414).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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