DOMINGO 24 DE ABRIL
LA MALDICIÓN DE CAM

Para repoblar la tierra, de la cual el diluvio había barrido toda corrupción moral, Dios había preservado una sola familia, la casa de Noé, a quien había manifestado: “A ti he visto justo delante de mí en esta generación”. Génesis 7:1. Sin embargo, entre los tres hijos de Noé pronto se desarrolló la misma gran distinción que se había visto en el mundo antediluviano. En Sem, Cam y Jafet, quienes habían de ser los fundadores del linaje humano, se pudo prever el carácter de sus descendientes.

Hablando por inspiración divina. Noé predijo la historia de las tres grandes razas que habrían de proceder de estos padres de la humanidad. Al hablar de los descendientes de Cam, refiriéndose al hijo más que al padre, manifestó Noé: “Maldito sea Canaán, siervo de siervos será a sus hermanos”. Génesis 9:25. El monstruoso crimen de Cam demostró que hacía mucho que la reverencia filial había desaparecido de su alma, y reveló la impiedad y la vileza de su carácter. Estas perversas características se perpetuaron en Canaán y su posteridad, cuya continua culpabilidad atrajo sobre ellos el juicio de Dios (Historia de los patriarcas y profetas, p. 110).

La profecía de Noé no fue una denuncia arbitraria y airada ni una declaración de favoritismo. No fijó el carácter y el destino de sus hijos. Pero reveló cuál sería el resultado de la conducta que habían escogido individualmente, y el carácter que habían desarrollado. Fue una expresión del propósito de Dios hacia ellos y hacia su posteridad, en vista de su propio carácter y conducta. Generalmente, los niños heredan la disposición y las tendencias de sus padres, e imitan su ejemplo; de manera que los pecados de los padres son cometidos por los hijos de generación en generación. Así la vileza y la irreverencia de Cam se reprodujeron en su posteridad y le acarrearon maldición durante muchas generaciones. “Un pecador destruye mucho bien”. Eclesiastés 9:18.

Por otro lado, ¡cuán ricamente fue premiado el respeto de Sem hacia su padre; y qué ilustre serie de hombres santos se ve en su posteridad! “Conoce Jehová los días de los perfectos”, “y su simiente es para bendición”. Salmo 37:18, 26 (Historia de los patriarcas y profetas, p. 111).
El arrepentimiento, tanto como el perdón, es el don de Dios mediante Cristo. Mediante la influencia del Espíritu Santo somos con-vencidos de pecado y sentimos nuestra necesidad de perdón. Solo los contritos son perdonados, pero es la gracia de Dios la que hace que se arrepienta el corazón. Él conoce todas nuestras debilidades y flaquezas, y nos ayudará.

Algunos que acuden a Dios mediante el arrepentimiento y la confesión, y creen que sus pecados han sido perdonados, no recurren, sin embargo, a las promesas de Dios como debieran. No comprenden que Jesús es un Salvador siempre presente y no están listos para confiarle la custodia de su alma, descansando en él para que perfeccione la obra de la gracia comenzada en su corazón. Al paso que piensan que se entregan a Dios, existe mucho de confianza propia. Hay almas concienzudas que confían parcialmente en Dios y parcialmente en sí mismas. No recurren a Dios para ser preservadas por su poder, sino que dependen de su vigilancia contra la tentación y de la realización de ciertos deberes para que Dios las acepte. No hay victorias en esta clase de fe. Tales personas se esfuerzan en vano. Sus almas están en un yugo continuo y no hallan descanso hasta que sus cargas son puestas a los pies de Jesús (Mensajes selectos, t. 1, pp. 414, 415).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
II TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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