MARTES, 24 DE ENERO
LAS OFRENDAS Y LA ADORACIÓN
“Dios ama al dador alegre”, y los que le aman darán con liberalidad y alegría cuando al hacerlo pueden adelantar su causa y aumentar su gloria. El Señor nunca requiere que su pueblo dé más de lo que puede, pero se complace en aceptar y bendecir sus ofrendas de gratitud dadas conforme a sus posibilidades. Que la obediencia voluntaria y el amor puro enlacen sobre el altar cada ofrenda dada al Señor porque con tales sacrificios se complace, mientras que aquellos que son ofrecidos de mala gana, le ofenden. Cuando las iglesias o individuos no ponen su corazón en las ofrendas, sino que procuran limitar el costo de llevar a cabo la obra de Dios, midiéndola con sus propias opiniones estrechas, demuestran decididamente que no tienen una conexión vital con Dios (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 250).

El alabar a Dios de todo corazón y con sinceridad, es un deber igual al de la oración. Hemos de mostrar al mundo y a los seres celestiales que apreciamos el maravilloso amor de Dios hacia la humanidad caída, y que esperamos bendiciones cada vez mayores de su infinita plenitud…
Dios nos imparte sus dones para que podamos también dar, y hacer así que el mundo conozca su carácter. En el sistema judío, las ofrendas formaban una parte esencial del culto de Dios. Se enseñaba a los israelitas a destinar una décima parte de todas sus entradas al servicio del santuario. Además de esto habían de traer ofrendas por el pecado, ofrendas voluntarias, y ofrendas de gratitud. Estos eran los medios para sostener el ministerio del evangelio en aquel tiempo. Dios no espera menos de nosotros de lo que esperaba de su pueblo antiguamente (Palabras de vida del gran Maestro, p. 241).

Nuestra casa de oración podrá ser humilde pero no por eso será menos conocida por Dios. Si adoramos en espíritu y en verdad y en la hermosura de la santidad, ella será para nosotros la misma puerta del cielo. Cuando se repiten las asombrosas lecciones de las obras de Dios y cuando la gratitud del corazón se expresa en oración y canto, ángeles del cielo inician una melodía y se unen en alabanza y agradecimiento a Dios. Estas prácticas rechazan el poder de Satanás.
Dios nos enseña que debemos congregarnos en su casa para cultivar los atributos del amor perfecto. Esto preparará a los moradores de la tierra para habitar en las mansiones que’ Cristo fue a preparar para todos los que le aman. Entonces, ellos se congregarán en el santuario de sábado en sábado, de una nueva luna a otra, uniéndose en los acordes de exaltados cánticos, a fin de agradecer y alabar al que está sentado en el trono y al Cordero por siempre jamás (In Heavenly Places, p. 288; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 290, y en El Cristo triunfante, p. 246).

El salmista dice:… “Dad a Jehová la honra debida a su nombre…

adorad a Jehová en la hermosura de la santidad”. “Cantad a Jehová… y celebrad la memoria de su santidad” Salmo 96:8, 9; 30:4.
En las bendiciones de gracia que nuestro Padre celestial nos ha concedido, podemos discernir innumerables evidencias de un amor que es infinito, y una tierna piedad que sobrepasa la simpatía y el deseo vivo de una madre por su hijo descarriado. Cuando estudiamos el carácter divino a la luz de la cruz, vemos misericordia, ternura y perdón mezclados con equidad y justicia. Con el lenguaje de Juan exclamamos: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1 (Reflejemos a Jesús, p. 276).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
I TRIMESTRE DEL 2023
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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