LUNES, 25 DE JULIO
EL ISRAEL REBELDE[E]l Señor no abandonó a Israel sin hacer primero todo lo que podía hacerse para que volviera a serle fiel. A través de los largos y oscuros años durante los cuales un gobernante tras otro se destacaba en atrevido desafío del Cielo y hundía cada vez más a Israel en la idolatría, Dios mandó mensaje tras mensaje a su pueblo apóstata. Mediante sus profetas, le dio toda oportunidad de detener la marea de la apostasía, y de regresar a él. Durante los años ulteriores a la división del reino, Elías y Eliseo iban a aparecer y trabajar, e iban a oírse en la tierra las tiernas súplicas de Oseas, Amós y Abdías. Nunca iba a ser dejado el reino de Israel sin nobles testigos del gran poder de Dios para salvar a los hombres del pecado. Aun en las horas más sombrías, algunos iban a permanecer fieles a su Gobernante divino, y en medio de la idolatría vivirían sin mancha a la vista de un Dios santo. Esos fieles se contaron entre el residuo de los buenos por medio de quienes iba a cumplirse finalmente el eterno propósito de Jehová (Profetas y reyes, pp. 78, 79).

Muchos se quejan de que Jesús está muy lejos. ¿Quién lo ha colocado tan lejos? ¿No ha sido vuestra propia conducta la que os ha separado de Jesús? El no os ha olvidado, sino que vosotros lo habéis olvidado a él, para dedicar vuestras preferencias a otros… Cuando erráis de un lado a otro, y estáis encantados con la voz del seductor, y fijáis vuestros afectos sobre una cosa sin importancia, estáis en peligro de perder vuestra paz y confianza en Dios. Entonces es cuando Satanás os presenta el pensamiento de que Jesús os ha olvidado. ¿Pero no habéis olvidado vosotros a Jesús?…

[Muchos tienen] ideas acerca de Cristo ‘y del plan de salvación [que] son vagas, pesadas, y confusas. Si ellos, como David, hubieran puesto siempre al Señor delante, sus pies estarían afirmados sobre una sólida roca. Contemplad a Jesús crucificado delante de vosotros. Contempladlo afligido por vuestros pecados; y cuando oráis, arrepentíos y desead fervientemente verlo como vuestro Redentor, que perdona vuestros pecados, listo para bendeciros, y para oír vuestro reconocimiento de él. Manteneos estrechamente a su lado (Nuestra elevada vocación, p. 32).

Necesitamos depender continuamente y de todo corazón del Hijo de Dios para nuestra salvación, para tener sabiduría e influencia espiritual. A menos que haya mucho más amor a Dios y al hombre, y una continua dependencia de la gracia santificadora y renovadora de Cristo para transformar el carácter por medio de un cambio divino del corazón, que se manifestará visiblemente en palabras, espíritu y acción, fracasaremos en nuestro trabajo…

Si hemos de preparar el camino para él, necesitamos aumentar nuestra fe, tener menos confianza y seguridad en lo que podemos hacer, y mucha más confianza en lo que el Señor está deseando hacer por nosotros individualmente. Necesitamos, en mucho mayor medida de lo que tenemos ahora, el deseo del alma de estar en comunión con Dios. Debemos suplicar con más fervor. Si busca al Señor su Dios, ciertamente lo hallará si lo busca de todo corazón y con toda el alma… (Alza tus ojos, p. 331).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
III TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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