DOMINGO, 26 DE JUNIO
UNA GUÍA PARA EL VIAJE: EL PASTOR
Así como el pastor ama a sus ovejas, y no puede descansar cuando le falta aunque solo sea una, así, y en un grado infinitamente superior, Dios ama a toda alma descarriada. Los hombres pueden negar el derecho de su amor, pueden apartarse de él, pueden escoger otro amo; y sin embargo son de Dios, y él anhela recobrar a los suyos. Dice: “Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad”. Ezequiel 34:12.

En la parábola, el pastor va en busca de una oveja, la más pequeñita de todas. Así también, si solo hubiera habido un alma perdida, Cristo habría muerto por esa sola.
La oveja que se ha descarriado del redil es la más impotente de todas las criaturas. El pastor debe buscarla, pues ella no puede encontrar el camino de regreso. Así también el alma que se ha apartado de Dios, es tan impotente como la oveja perdida, y si el amor divino no hubiera ido en su rescate, nunca habría encontrado su camino hacia Dios. (Palabras de vida del gran Maestro, p. 146).

Por mucho que un pastor pueda amar a sus ovejas, Jesús ama aún más a sus hijos e hijas. No es solamente nuestro pastor; es nuestro “Padre eterno”. Y él dice: “Y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre”. (Juan 10:14, 15) ¡Qué declaración! Es el Hijo unigénito, el que está en el seno del Padre, a quien Dios ha declarado ser “el hombre compañero mío”; Zacarías 13:7, y presenta la comunión que hay entre él y el Padre como figura de la que existe entre él y sus hijos en la tierra.

Jesús nos ama porque somos el don de su Padre y la recompensa de su trabajo. Él nos ama como a hijos suyos. Lector, él te ama a ti. El Cielo mismo no puede otorgar nada mayor, nada mejor; por tanto, confía (El Deseado de todas las gentes, p. 447).

Mientras repasemos, no los capítulos oscuros de nuestra experiencia, sino las manifestaciones de la gran misericordia y del inagotable amor de Dios, alabaremos mucho más de lo que nos quejemos. Hablaremos de la fidelidad amante del Dios que, como compasivo y tierno pastor de su rebaño, declaró que nadie arrancará de sus manos a sus ovejas. El lenguaje del corazón no será una egoísta murmuración y queja. Como raudales cristalinos, las alabanzas brotarán de los que creen verdaderamente en Dios. “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: y en la casa de Jehová moraré por largos días”. “Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos si no a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”. Salmo 23:6; 73:24, 25 (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 367, 368).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
III TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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