LUNES, 27 DE JUNIO
SITIOS EN EL TRAYECTO
Los seres humanos sufren mucho porque se apartan de la senda que Dios les ha elegido para que sigan. Caminan a la luz de las chispas del fuego que ellos mismos han encendido, y el resultado seguro es la aflicción, la intranquilidad y el dolor, que podrían haber evitado si hubieran sometido su voluntad a Dios… Cualquiera sea la senda que Dios nos ha elegido, cualquiera el camino que ha señalado para nuestros pies, es la única senda segura… Con el ojo de la fe, con sumisión infantil, como niños obedientes, debemos mirar a Dios para seguir su dirección, y las dificultades, desaparecerán. La promesa es: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar” (Hijos e hijas de Dios, p. 177).

Si el Señor ha ordenado sus pasos… no deben esperar que el camino sea siempre de paz y prosperidad exteriores. El camino que lleva al día eterno no es el más fácil de recorrer, y a veces parecerá oscuro y espinoso. Pero tienen la seguridad de que los brazos eternos de Dios los rodearán para protegerlos del mal. Él quiere que tengan ferviente fe en él, y que aprendan a confiar en él tanto en la sombra como a la luz del sol.

La fe debe morar en el seguidor de Cristo, porque sin esto es impo-sible agradar a Dios. La fe es la mano que se ase de la ayuda infinita; es el medio por el cual el corazón renovado late al unísono con el corazón de Cristo (Mensajes para los jóvenes, p. 71).

Nuestros pesares no surgen de la tierra.’ Con cada aflicción Dios persigue un propósito para nuestro bien. Cada golpe que destruye un ídolo, cada medida providencial que debilita nuestro apego a la tierra y fija nuestros afectos con más firmeza en Dios, es una bendición. La poda puede ser dolorosa por un tiempo, pero más tarde dará “fruto apacible., de justicia.” Debemos recibir con gratitud cualquier golpe que despierte la conciencia, eleve los pensamientos, y ennoblezca la vida. Las ramas estériles son cortadas y arrojadas al fuego. Agradezcamos a Dios porque merced a la dolorosa poda podemos mantenernos en relación con la Vid viviente; porque si sufrimos con Cristo, también reinaremos con él.

La aflicción misma que pone a prueba nuestra fe con mayor intensidad y que nos hace creer que Dios nos ha abandonado, tiene el propósito de acercarnos más a él, para que podamos depositar todas nuestras cargas a los pies de Cristo y experimental la paz que él nos dará a cambio de ellas… Dios ama al más débil de sus seres creados y lo protege; no hay peor forma de deshonrarlo que dudando de su amor por nosotros. ¡Ah, cultivemos la fe viva que nos hará confiar en el Señor en la hora de aflicción y tinieblas! (Mi vida hoy, p. 96).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
III TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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