DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE
RECORDAR EL ARCO IRIS
¡Qué compasión con el hombre falible fue poner el hermoso y multicolor arco iris en las nubes como prueba del pacto del gran Dios con el hombre! Ese arco debía manifestar a todas las generaciones el hecho de que Dios destruyó a los habitantes de la tierra mediante un diluvio a causa de su gran maldad. Era su propósito que cuando los niños de las generaciones sucesivas lo vieran en las nubes y preguntaran por qué se extendía por los cielos ese magnífico arco, sus padres se refirieran a la destrucción del mundo antiguo por medio del diluvio porque la gente se había entregado a toda clase de impiedad, y las manos del Altísimo le habían dado forma y lo habían colocado en el cielo como señal de que Dios nunca más enviaría las aguas de un diluvio sobre la tierra.
Ese símbolo que aparece en las nubes debe confirmar la fe de todos y afianzar su confianza en Dios, pues es una prueba de la misericordia y la bondad divinas hacia el hombre (La historia de la redención, p. 73).
Dios mismo contempla el arco en las nubes y recuerda su eterno pacto entre él mismo y el hombre… Al contemplar esta hermosa visión, podemos regocijarnos en Dios puesto que él mismo nos asegura que está contemplando esta señal de su pacto, y que cuando lo hace recuerda a sus hijos de la tierra, para quienes fue dado. No están ocultas de su vista ni sus aflicciones, ni sus peligros, ni sus pruebas. Podemos regocijarnos en esperanza porque el arco del pacto de Dios está sobre nosotros. Nunca olvidará a los hijos de su preocupación (La maravillosa gracia de Dios, p. 159).
En el sermón sobre el monte Cristo enseñó a sus discípulos preciosas lecciones en cuanto a la necesidad de confiar en Dios. Estas lecciones tenían por fin alentar a los hijos de Dios a través de los siglos, y han llegado a nuestra época llenas de instrucción y consuelo. El Salvador llamó la atención de sus discípulos a cómo las aves del cielo entonan sus dulces cantos de alabanza sin estar abrumadas por los cuidados de la vida, a pesar de que “no siembran, ni siegan”. Y sin embargo, el gran Padre celestial les provee lo que necesitan. El Salvador pregunta: “¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” Mateo 6:26… ¿No sois vosotros, como adoradores inteligentes y espirituales, de más valor que las aves del cielo? El Autor de nuestro ser, el Conservador de nuestra existencia, el que nos formó a su propia imagen divina, ¿no suplirá nuestras necesidades si tan solo confiamos en él?…
El Señor quiere que todos sus hijos e hijas sean felices, llenos de paz y obedientes. El Señor dijo: “Mi paz os doy; no según da el mundo, yo os la doy: no se turbe vuestro corazón, ni se acobarde”. Juan 14:27. “Estas cosas os he dicho, para que quede mi gozo en vosotros, y vuestro gozo sea completo”. Juan 15:11 (El camino a Cristo, pp. 123, 124).
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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2021
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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