MARTES, 29 DE NOVIEMBRE
LOS SANTOS EN EL PURGATORIO
Los siglos subsiguientes fueron testigos de un constante aumento del error en las doctrinas enseñadas por Roma. Aun antes del establecimiento del papado las enseñanzas de los filósofos paganos habían recibido la atención de la iglesia y habían ejercido influencia sobre ella. Muchos que profesaban estar convertidos seguían aferrados a sus dogmas paganos, y no solo continuaban estudiándolos ellos mismos, sino que instaban a otros a hacerlo como un medio de ejercer más influencia sobre los paganos. De ese modo se introdujeron graves errores en la fe cristiana. Entre ellos sobresale la creencia en la inmortalidad natural del hombre y en el estado consciente de los muertos. Esta doctrina constituye el fundamento sobre el cual Roma estableció la invocación de los santos y la adoración de la Virgen María. De ella surgió también la doctrina errónea del tormento eterno para los que finalmente resulten impenitentes, que fue incorporada bien al principio de la fe católica.

Después se preparó el camino para la introducción de otra invención pagana, que Roma denominó purgatorio, y que se empleó para aterrorizar a las multitudes crédulas y supersticiosas. Mediante ese error se afirma la existencia de un lugar de tormento en el cual las almas de los que no han merecido la condenación eterna sufrirán un castigo por sus pecados, después del cual, una vez librados de toda impureza, serán admitidos en el cielo (La historia de la redención, pp. 349, 350).

Se llega a Dios por medio de Jesucristo, el Mediador, el único camino por el cual él perdona los pecados. Dios no puede perdonar pecados a expensas de su justicia, su santidad y su verdad. Pero es seguro que perdona pecados, y los perdona plenamente. No hay pecados que no perdone en el Señor Jesucristo y por medio de él. Esta es la única esperanza del pecador y si depende de ella con fe sincera, estará seguro del perdón pleno y gratuito. Hay solo un camino que es accesible a todo, y mediante ese camino un perdón rico y abundante aguarda el alma arrepentida y contrita, y los pecados más tenebrosos son perdonados…
El incienso que ahora es ofrecido por los hombres, las misas que ahora se dicen para la liberación de las almas del purgatorio, no tienen el menor valor delante de Dios. Todos los altares y sacrificios, las tradiciones e invenciones mediante las cuales los hombres esperan ganar la salvación, son falacias. No se deben ofrecer sacrificios fuera del lugar santo, pues el gran Sumo Sacerdote está realizando allí su. obra. No se atreva ningún príncipe ni monarca a aventurarse dentro del santo recinto (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 924, 925).

No hay excusa para que alguno tome la posición de que no hay más verdades para ser reveladas, y que todas nuestras exposiciones de las Escrituras carecen de errores. Que ciertas doctrinas hayan sido sostenidas como verdades durante muchos años no es una prueba de que nuestras ideas son infalibles. El paso del tiempo no convertirá el error en verdad, y la verdad tiene la capacidad de ser imparcial. Ninguna doctrina verdadera perderá algo por una investigación cuidadosa (El otro poder, p. 35).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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