LUNES, 31 DE OCTUBRE
UN PREFACIO A LA CRUZ
Cuando Jesús les dijo [a los discípulos] que iba a morir y resucitar, estaba tratando de entablar una conversación con ellos acerca de la gran prueba de su fe. Si hubiesen estado listos para recibir lo que deseaba comunicarles, se habrían ahorrado amarga angustia y desesperación. Sus palabras les habrían impartido consuelo en la hora de duelo y desilusión. Pero aunque había hablado muy claramente de lo que le esperaba, la mención de que pronto iba a ir a Jerusalén reanimó en ellos la esperanza de que se estuviese por establecer el reino y los indujo a preguntarse quiénes desempeñarían los cargos más elevados…
El Salvador reunió a sus discípulos en derredor de sí y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos”. Tenían estas palabras una solemnidad y un carácter impresionante que los discípulos distaban mucho de comprender. Ellos no podían ver lo que Cristo discernía. No percibían la naturaleza del reino de Cristo, y esta ignorancia era la causa aparente de su disputa…
Muy tiernamente, aunque con solemne énfasis, Jesús trató de corregir el mal. Demostró cuál es el principio que rige el reino de los cielos, y en qué consiste la verdadera grandeza, según las normas celestiales. Los que eran impulsados por el orgullo y el amor a la distinción, pensaban en sí mismos y en la recompensa que habían de recibir, más bien que en cómo podían devolver a Dios los dones que habían recibido. No tendrían cabida en el reino de los cielos porque estaban identificados con las filas de Satanás (El Deseado de todas las gentes, pp. 402, 403).

Pablo dirigió los pensamientos de los hermanos corintios a los triunfos de la mañana de la resurrección, cuando todos los santos que duermen se levantarán, para vivir para siempre con el Señor. “He aquí —declaró el apóstol—, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados… ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?…
Así el apóstol, de la manera más decidida y expresiva, se esforzó por corregir las falsas y peligrosas ideas y prácticas que prevalecían en la iglesia de Corinto. Habló claramente, pero con amor por sus almas. Mediante sus amonestaciones y reproches, brilló sobre ellos la luz del trono de Dios, para revelar los pecados ocultos que estaban manchando sus vidas (Los hechos de los apóstoles, pp. 258, 259).

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NOTAS DE ELENA
LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA
IV TRIMESTRE DEL 2022
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
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