07 DE SEPTIEMBRE
SALMO 23:1-4
«Jehová es mi pastor; nada me faltará» (SAL. 23:1, RVR1960).
Este salmo, siendo de los más conocidos y posiblemente de los más memorizados, cobró vida el año pasado de una manera muy especial. El año pasado visitamos muchísimas veces algunos hospitales y, definitivamente, estuvimos ahí mucho más tiempo de lo que nunca habíamos estado como familia. Si has estado en un hospital, sabes lo caro que puede llegar a ser y lo rápido que se va el dinero; sin embargo, todo este tiempo no nos ha faltado absolutamente nada. ¿Alguna vez te has sentido abrumado por alguna dificultad y no sabes si te faltaran fuerzas, dinero, esperanza o fe? Pienso que el salmista había experimentado la provisión de Dios en medio de la dificultad, porque así comienza el primer versículo. Este es un salmo que, como muchos otros, nos reconforta y da aliento al alma.
Comienza con el nombre de Dios, Jehová, uno de los nombres de Dios que hace referencia a que Él es el único y Dios verdadero. Pero al mismo tiempo, busca tener una relación con Sus hijos. Este salmo nos recuerda que Él nos pastorea de una manera protectora, a tal punto que nada nos podrá faltar, nada nos podrá privar de Él. No importa dónde te encuentres, Él te proveerá de descanso.
Dios, con ese tierno amor de un pastor, nos lleva a un lugar seguro y cómodo donde podemos refugiarnos. Allí Él nos guía y, en algunas ocasiones (¡o posiblemente muchas veces!) confortará nuestra alma. ¿Cómo hace eso? Al hacernos ver de nuevo las situaciones de donde nos ha sacado, o al mostrarnos algo en nuestra vida que necesita cambiar. Y entonces, Él nos conduce al camino correcto, nos instruye y nos enseña con ese tierno amor que lo caracteriza, con ese amor profundo con el que dio a Su Hijo unigénito para salvarnos del pecado y de las tinieblas.
El versículo 4 comienza: «Aunque ande en valle de sombra de muerte». Nuestra naturaleza, sin duda, es pecaminosa, y por ende vamos a querer ir por el camino contrario, alejándonos de Dios y poniendo en gran peligro nuestra alma. Eso no es nada nuevo para el Señor, eso Él ya lo sabe, y por eso mismo nos recuerda que no debemos temer: «No temeré mal alguno». Pero el salmista va más allá. Nos da la razón por la cual no debemos temer: «Porque tú estarás conmigo». Esta es la razón de por qué no debemos temer. Más bien, hemos de seguir confiando sea cual sea la situación o circunstancia, aun si estamos en sufrimiento intenso, o en un hospital, o pasando alguna prueba familiar. Dios es quien nos sostiene y nos guarda. Y no solo eso, nos da las herramientas para hacerlo.
La vara y el callado son las herramientas que usa un pastor para cuidar y proteger a su rebaño. De esa misma manera, Dios nos apoya cuando sentimos que caeremos, cuando creemos que ya no podemos más. Allí, Él nos consuela. No solamente eso, sino que nos lleva a arrepentirnos, a venir por la gracia hacia Él, quien continuamente nos recuerda que es nuestro pastor, y que Él nos hará descansar.
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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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