09 DE FEBRERO
SALMO 78:1-8
«Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos» (SAL. 78:6).
Hace muchos años alguien me preguntó si sabía por qué se habían muerto los dinosaurios. Inocentemente le contesté que no, y para mi sorpresa, me dijo que se habían muerto porque no hicieron caso a sus padres. Fuera de ser una broma, la verdad es que esto encierra una gran enseñanza.
La Palabra del Señor asigna a los padres la responsabilidad de enseñar a los hijos el amor, el cuidado, la protección y enseñanza de la ley y exhortación de Dios. Sobre todo, los hechos indubitables de Su perenne favor para Su pueblo.
Los padres deben enseñar a sus hijos, con palabras y hechos, todo lo referente al cuidado e infinito amor de Dios para los suyos. La responsabilidad es de la familia, no de la Iglesia (que hace su parte), ni de la escuela bíblica (tan debilitada hoy en día), ni de las escuelas o instituciones de origen o carácter cristiano. Hay que enseñar a los hijos la Palabra y exhortación de Dios, y esto no es una opción, sino una obligación moral y espiritual.
En Deuteronomio 6:6-7 leemos: «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes». Proverbios 22:6 señala: «Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él».
La Biblia exhorta aquí a los hijos a que no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde. Las almas de nuestros hijos Dios las demandará de nuestras manos. El respeto y gratitud que debemos a nuestros padres nos obliga a ser atentos y estar dispuestos a seguirlos y obedecerlos en todo lo referente a la fe, la iglesia, y la vida cristiana perdurable.
Señor, enséñanos tus caminos.
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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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