16 DE SEPTIEMBRE
SALMO 19:12-13
«¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!» (SAL. 19:12).

¡Y o nunca me equivoco! Pareciera una frase trillada, pero que muchos pensamos muy dentro de nosotros. Desde que somos pequeños nos cuesta trabajo reconocer nuestros errores. Nos molesta que nos reprendan o llamen la atención por alguna falta y nos ofuscamos haciendo rabietas o caras de molestia. Al crecer, las cosas no cambian ­mucho; quizás solo nuestra formalidad oculte un poco la misma cara molesta porque fuimos sorprendidos en algo equivocadamente hecho o dicho.

El salmista establece una pregunta inicial, pero muy profunda, porque manifiesta que muy en su interior hay pecados que ni siquiera alcanza a visualizar de manera inmediata, sino que de una forma oculta están arraigados muy dentro de él, y quizás, forman parte de su diario vivir. Su clamor es por ser librado aun de esos enquistados pecados que afectan su vida. ¿Será este también tu caso?

Siendo honestos, todos nosotros tenemos ese lastre de faltas que aún ciegan nuestra vista y nos impiden identificarlos con claridad, pero podemos pedir al Señor que nos libre aun de nosotros mismos y nuestra oculta manera torcida de actuar. Otra versión lo expresa de esta manera: «¡Perdóname, Dios mío, los pecados que cometo sin darme cuenta!» (TLA).

Ser preservado es entendido aquí con ser estorbado, refrenado o retenido.
Entonces, además del deseo de ser librado de pecados cometidos sin enterarse de ellos, el salmista pide ser preservado de la soberbia, arrogancia o presunciones que pueden llegar a dominarlo. ¿Causalidad? No. Asociado no un actuar inapropiado, podemos tener una actitud arrogante que añadirá un estorbo para ver mis errores, así que no hay otra opción que pedir ser preservado.

¿Vale la pena el esfuerzo? ¡Claro que sí! El resultado de analizar nuestros actos internos detalladamente y guardarnos de faltar en ello producirá dos cosas: integridad y limpieza. ¡Que impresionante! Pero pongamos atención en la forma en que están escritos los verbos, no en primera persona, sino en segunda persona.
Porque una verdadera integridad y limpieza solo pueden provenir de un corazón purificado por Dios; solo Él puede producir una vida limpia e íntegra. «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu» (Sal. 51:10). De otra manera, lo único que puedo generar es rebelión, como lo confiesa el escritor del salmo (v. 13).

Así que, es mejor reconocer nuestros errores y permitir que Dios revele lo oculto y trabaje en nosotros para una vida limpia e íntegra para Él… ¡vale la pena!
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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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