17 DE FEBRERO
SALMO 10:1
«¿Por qué, Señor, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia?» (SAL. 10:1).

No hay, a juicio mío, un solo salmo que describa la mente, las costumbres, las obras, las palabras, los sentimientos y el destino del impío con tanta propiedad, plenitud y luz como este salmo. Así que, si en algún aspecto no se ha dicho bastante todavía del impío, o si falta todavía algo en los salmos que siguen, podemos hallar aquí una imagen y representación perfecta de la iniquidad. Este salmo, pues, es un tipo, forma y descripción de este hombre, el cual, aunque él mismo se vea, y aun los otros lo vean, como el más excelente de los hombres, más que Pedro, es detestable a los ojos de Dios; y esto es lo que impulsó a Agustín y a los que siguieron a entender este salmo con referencia al Anticristo.

¿Por qué, Señor, te mantienes distante? La presencia de Dios es el gozo de Su pueblo, pero la sospecha de Su ausencia es desazonante sin medida. Por tanto, recordemos que el Señor está cerca de nosotros. El orífice no está nunca lejos de la boca del horno cuando tiene el oro en el fuego, y el Hijo de Dios siempre está andando en medio de las llamas cuando Sus santos hijos son echados en ellas.

¿Por qué te escondes en momentos de angustia? No es la tribulación, sino el que nuestro Padre esconda Su faz, lo que nos hiere en lo vivo. Si necesitamos respuesta a la pregunta «¿Por qué te escondes?» la hallaremos en el hecho de que hay una necesidad no solo para la prueba, sino para la pesadez del corazón bajo la prueba (1 Ped. 1:6); pero ¿cómo puede ser así si el Señor debería brillar sobre nosotros cuando nos está afligiendo? Si el padre consuela a su hijo cuando lo está corrigiendo, ¿de qué serviría la disciplina? Un rostro sonriente y la vara no son compañeros apropiados. Dios desnuda la espalda para que el golpe se sienta más; porque es solo la aflicción sentida la que pasa a ser aflicción bendita. Si fuéramos llevados en brazos por Dios al pasar cada corriente, ¿dónde estaría la prueba, dónde la experiencia que la tribulación tiene por objeto enseñarnos?

Si el Señor no se escondiera, no sería tiempo de tribulación en absoluto. Lo mismo podrías inquirir por qué el sol no brilla de noche, cuando es seguro que no habría noche si lo hiciera.

[Los «momentos de angustia»] deberían ser momentos de confianza; el tener fijo el corazón en Dios, debería prevenir los temores del corazón. «Confiando en el Señor, su corazón es establecido; no temerá». De otra manera, sin ello, seríamos como la llama de una vela, como una veleta; movidos por cada ráfaga de malas noticias, nuestras esperanzas se hundirían o flotarían según las noticias que oyéramos. La falta de fe solo impide a Dios que nos muestre Su poder al tomar nuestra parte.

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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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