18 DE ABRIL
SALMO 119:57
«El Señor es mi porción; he prometido guardar tus palabras» (SAL. 119:57, LBLA).
Los levitas no tuvieron heredad porque el Señor mismo era su porción y su heredad (Núm. 18:20; Deut. 18:2). Eso tenía que bastar. Era suficiente. Mateo habló de dos hombres que vendieron todo lo que tienen para comprar un campo con un tesoro y una perla preciosa (Mat. 13:44-46). ¡Sabían lo valioso que tenían frente a ellos y no desaprovecharon la oportunidad! Pablo también consideraba al Señor como su más valiosa «posesión». Por eso podía afirmar con valentía que estimaba todo «como basura a fin de ganar a Cristo» (Fil. 3:8, LBLA). Si somos del Señor y Él es nuestro, Él es nuestra porción, nuestra heredad, nuestro todo. No necesitamos nada más.
El salmista afirma categóricamente que el Señor también es su porción. Nada ni nadie puede satisfacer su alma, solo el Señor. Este reconocimiento es común en los salmos (Sal. 16:5; 73:26).
Cuán importante es tener la perspectiva correcta siempre, especialmente en los momentos difíciles. Cuando la prueba acecha, cuando las tribulaciones afligen, cuando la tormenta arremete, ¡cuánta firmeza nos brinda la verdad de la Palabra de Dios! Es solo a través de Su Palabra que tenemos la certeza de que en Él estamos completos (Ef. 1:3), que en Él tenemos todo (Hech. 17:28) y que separados de Él no podemos hacer nada (Juan 15:15).
Debido a que el salmista reconoce que el Señor es su porción y que en Él tiene todo lo que necesita, él se compromete a guardar los mandamientos del Señor. No es una promesa vacía. Es una promesa que se basa en la verdad de que el Señor es su todo. Si el Señor es su porción, entonces hace sentido que también atesore Su Palabra.
Como creyentes, debemos anhelar cada vez más la Palabra de Dios. Su palabra es verdad y en ella tenemos consuelo y esperanza. Es Su Palabra la que nos sostiene en las pruebas y dificultades, la que ilumina nuestro camino y la que nos santifica cada día a imagen de Aquel que es nuestra porción.
En el mundo tendremos aflicción sin lugar a duda (Juan 16:33). El Señor nunca prometió librarnos de la aflicción, pero sí prometió estar a nuestro lado (Mat. 28:20). La verdad de Su Palabra en nuestros corazones nos sostendrá fieles en el momento de la adversidad. Cuando las fuerzas faltan, es Su Palabra la que nos alienta. Es Su Palabra la que anima a nuestra alma a adorar a nuestro amado Señor.
Si el Señor es nuestra porción, debemos tener un compromiso por leer, meditar y estudiar la Palabra de Dios. Solo podremos crecer, madurar y sostenernos firmes aferrándonos a Su Palabra. No hay atajos. Es como debemos responder ante la verdad que el Señor es nuestro Señor y nuestro todo. Busquemos alimentarnos a diario con la verdad de Su Palabra para guardar nuestros pensamientos firmes en Su verdad y no en las circunstancias.
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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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