21 DE JULIO
SALMO 130
«Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante» (SAL. 130:2).

El único alivio para el alma comprometida en el pecado es apelar solo a Dios.
Muchas cosas se presentan como diversiones, muchas cosas se ofrecen como remedio, pero el alma halla que solo el Señor puede sanar. Mientras los hombres no sean sensibles a la culpa del pecado y dejen todo de inmediato para acudir a Dios, es inútil que tengan esperanzas de algún alivio. El Espíritu Santo da a esas pobres almas un sentido nuevo de su profunda necesidad, para estimularlas a rogar sinceramente, por la oración de fe, clamando a Dios. Y cuando amen sus almas, cuando estén interesados por la gloria del Señor, no faltarán a su deber. ¿Por qué estas cosas son inciertas para ellos hasta ahora? ¿No es por pereza y desánimo que se contentan con oraciones comunes y rutinarias a Dios? Entonces levantémonos y pongámonos en acción; hay que hacerlo, y el resultado es seguro.

Tenemos que humillarnos ante Dios, como culpables ante Sus ojos. Reconozcamos nuestra pecaminosidad; no podemos justificarnos a nosotros mismos ni confesarnos inocentes. Nuestro consuelo inexpresable es que haya perdón de parte de Él porque eso es lo que necesitamos. Jesucristo es el gran rescate; Él es siempre nuestro Abogado y, por medio de Él, esperamos obtener perdón. En ti hay perdón, no para que se abuse de ti, sino para que seas reverenciado. El temor de Dios suele ser considerado como toda la adoración de Dios. El único motivo y aliento para los pecadores es este: que hay perdón del Señor.

Es por el Señor que espera mi alma, por los dones de Su gracia, y la obra de Su poder. Debemos esperar únicamente lo que ha prometido en Su Palabra. Como los que desean ver el amanecer, deseosos que la luz venga mucho antes que el día, pero con más fervor todavía, anhela el hombre bueno las señales del favor de Dios y las visitas de Su gracia. Que todos los que se dedican al Señor, permanezcan en Él con alegría. Esta redención es de todo pecado. Jesucristo salva a Su pueblo de sus pecados y del poder condenador y dominante del pecado. Hay redención abundante; hay una plenitud del todo suficiente en el Redentor, suficiente para todos, suficiente para cada uno; por tanto, suficiente para mí, dice el creyente. La redención del pecado incluye la redención de todos los males, por tanto, es una redención abundante por medio de la sangre expiatoria de Jesús, que redime a Su pueblo de todos sus pecados. Todo el que espera en Dios por misericordia y gracia, está seguro de tener paz.

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SALMOS
DEVOCION MATUTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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