23 DE FEBRERO
SALMO 124:7
«Como las aves, hemos escapado de la trampa del cazador; ¡la trampa se rompió, y nosotros escapamos!» (SAL. 124:7).

En este hermoso salmo el rey David presenta una preciosa alabanza al Señor por Su perfecta protección y liberación de mano de sus enemigos. David luchó con todos los adversarios de Israel, incluso en una época de su vida estuvo exiliado huyendo de la mano de Saúl. Como rey y soldado, David podría alardear de sus conocimientos militares, de su intuición para el combate y, sin embargo, en este salmo repite una y otra vez que es Jehová quien lo ha liberado.

David desea que el pueblo de Dios reconozca esta verdad y que alabe al Dios todopoderoso, sabiendo que sus enemigos los hubieran arrollado como un torrente «si el Señor no hubiera estado de nuestra parte» (v. 1). Como consecuencia de haber meditado en el poder protector del Señor, nuestro corazón se llena de gozo y bendición. Él es grande, poderoso, y solo Él merece toda nuestra devoción.

El pueblo de Israel vio de forma práctica la protección del Señor al ser librado milagrosamente de mano de sus enemigos y nosotros, Su Iglesia, como Israel de Dios que somos, vemos Su perfecta protección también cada día de nuestras vidas y lo alabamos por Su bondad. El último verso de este salmo sirve a modo de conclusión para este hermoso cántico. Nuestro socorro está en el nombre de Jehová que hizo el cielo y la tierra.

Pregúntate en esta misma hora si Dios es en verdad tu socorro también. Tan solo tu Creador puede salvarte de todos tus enemigos. De todos ellos, siendo sin duda los más grandes la muerte y el pecado que te acechan continuamente. Sin Cristo estás aún a merced de Satán y atado a todas tus miserias, pero con Cristo podrás exclamar junto al rey David: «Como las aves, hemos escapado de la trampa del cazador; ¡la trampa se rompió, y nosotros escapamos!» (v. 7).

Reflexiona por un momento. ¿Reconoces la mano del Señor en todos tus logros? Cuando en tu vida saboreas momentos de victoria y plenitud, cuando escapas de un peligro o llega a ti alguna bendición, ¿le das todo el mérito al Señor, o prefieres vanagloriarte en tus triunfos? Cuando no le das al Señor la gloria que solamente a Él le pertenece le estás robando lo que por derecho propio es suyo.

No seas un «ladrón de gloria». Reconoce que es Dios quien te sustenta. Es Dios quien te cuida. Es Dios quien te protege y te guarda de todo mal, y tus labios debieran estar alabando Su precioso nombre continuamente porque el Señor es tu socorro, tu ayuda y tu sostén. Que sea esta tu oración impulsada por las hermosas palabras de este salmo: Gracias Señor, por librarme de las ataduras del pecado y dame hoy un corazón que quiera alabarte más y vivir una vida más santa y agradecida delante de ti. Gracias Señor, porque libras del mal cada día mi alma y haces que vuele como un ave que escapó del lazo que la apresaba.

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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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