23 DE JULIO
SALMO 51:17
«Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás» (SAL. 51:17, LBLA).

La definición del corazón en la Biblia no se da en un solo versículo; se extiende a lo largo de muchos versículos y puede ser fácil pasarla por alto. Dado que la Biblia se refiere al corazón cientos de veces, debe ser significativo para Dios y para nosotros.

David sabe que el problema del corazón es el corazón del problema. En una iglesia donde tuve el privilegio de compartir el pastorado, queríamos instituir la cena del Señor cada semana, ya que se estaba llevando a cabo una vez al mes o con menos frecuencia. Cuando nos reunimos con los ancianos e hice la propuesta, uno de los argumentos que se expusieron en contra de la nueva práctica fue que si la celebrábamos con más frecuencia se podía tomar en vano o caer en una rutina.

Sin embargo, mi argumento fue que lo mismo podría suceder si se mantenía de la misma manera. «El problema es el corazón», les dije a mis hermanos, y lo que yo proponía buscaba honrar las palabras de Cristo cada semana que nos reuníamos, ya que Él dijo: «Haced esto en memoria de mí». Además, en mi opinión, nos daba una oportunidad más para presentar el evangelio. Después de un largo debate todos estuvieron de acuerdo de llevar a cabo la cena del Señor cada semana y fue de gran bendición para la congregación. Como mencioné, el corazón del problema es el problema del corazón.

Regresando al versículo que nos ocupa, considera lo que dice David después de que confiesa su pecado en los versículos anteriores: «Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito». El adjetivo «contrito» califica al que tiene dolor, pena y arrepentimiento por una falta cometida. David está arrepentido de su pecado y sabe que el problema está en su corazón, y el corazón debe estar contrito y humillado.

Esa es la condición que debe producir el pecado en nosotros. En la Palabra hay grandes advertencias y ejemplos de parte de Dios para aquel que se enorgullece y no es capaz de venir ante Dios en arrepentimiento por su pecado.

El sacrificio que agrada a Dios nace de un espíritu y un corazón dispuesto a reconocer su maldad, confesarla y apartarse de ella. Las últimas palabras de David en este versículo nos deben traer un inmenso consuelo: «Oh Dios, no despreciarás». David se recuerda estas palabras a sí mismo y quedan plasmadas para nuestro consuelo también. A pesar de dónde estés o hasta dónde hayas caído, hay esperanza, amado hermano o hermana; humíllate ante el Señor, recuerda las palabras de 1 Pedro 5:6-7: «Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros» (LBLA).

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SALMOS
DEVOCION MATUTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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