24 DE MARZO
SALMO 8:2
«De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo» (Sal. 8:2, RVR1960).

¡C on qué frecuencia los niños nos hablan de un Dios al cual nosotros hemos ­olvidado! ¿No proclamaron su «¡Hosanna!» los niños en el templo, ­cuando los fariseos, orgullosos, guardaban silencio y mostraban desprecio? ¿Y no cita el ­Salvador estas mismas palabras como justificación de sus gritos infantiles?

Fox nos dice en su Libro de los mártires que cuando el Sr. Lawrence fue quemado en Colchester, después de llevarlo a la hoguera en una silla porque a causa de la crueldad de los papistas no podía sostenerse en pie, varios niños acudieron cerca de la hoguera y gritaron, diciendo según ellos pidieron: «Señor, fortalece a tu siervo y guarda su promesa». Dios contestó su oración, porque el Sr. Lawrence murió con una calma y una firmeza que cualquiera podría desear para sí en sus últimos momentos.

Cuando uno de los capellanes papistas le dijo al Sr. Wishart, el gran mártir escocés, que tenía dentro de sí un diablo, un niño que estaba cerca exclamó: «Un diablo no puede decir palabras como las que dice este hombre». Un ejemplo más lo tenemos en un período más cercano a nuestros tiempos. En una posdata a una de sus cartas, en la cual detalla su persecución cuando empezó a predicar en Moorfields, Whitefield dice: «No puedo por menos que añadir que varios niños y niñas que acostumbraban sentarse alrededor de mí en el púlpito mientras predicaba, y me entregaban las notas que les daba la gente por más que con frecuencia les arrojaban huevos podridos, fruta, fango, etc., que iban dirigidos a mí, nunca cedieron y dejaron de hacerlo; al contrario, cada vez que me tocaban con algo, me miraban con sus ojuelos llenos de lágrimas, y parecía que deseaban recibir los impactos dirigidos a mí. Dios hizo de ellos, en sus años de crecimiento, mártires grandes y vivos para Él, que «¡de la boca de los niños y de los que maman perfecciona la alabanza!».

¿Quiénes son estos niños y niñas que maman? El hombre en general, que viene de un comienzo tan débil y pobre como son los niños y los que maman, con todo, acaba teniendo tal poder que puede enfrentarse y vencer al enemigo y al rebelde.

Los apóstoles, cuya apariencia externa era deplorable, en cierto sentido comparable a los niños y a los que maman si los cotejamos con los grandes del mundo, aunque criaturas pobres y despreciadas, eran, con todo, instrumentos principales al servicio y gloria de Dios. Por tanto, es notable que cuando Cristo glorificó a su Padre por la dispensación sabia y gratuita de su gracia salvadora (Mateo 11:25), dijera: «Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y los prudentes, y las has revelado a los niños».

Se nos dice (Mateo 18:3): «A menos que os convirtáis y os volváis como niños…», como si hubiera dicho: «ustedes se esfuerzan por lugares preeminentes y por la grandeza mundana en mi reino; yo les digo que mi reino es un reino de niños, y en él no hay sino los que son humildes y los que se ven poca cosa a sus propios ojos, y están contentos con ser pequeños y despreciados a los ojos de los demás, y no buscan los grandes lugares y cosas del mundo».
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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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