25 DE FEBRERO
SALMO 119:11
«En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti» (SAL. 119:11).

«Ciertamente no morirás», dijo la serpiente. Y con esas palabras, la mentira perforó la confianza de nuestros primeros padres en Dios. La Palabra de Dios fue despojada del trono de sus corazones y ellos arrojados a la muerte. Y nosotros también.

Nada ha cambiado desde ese día en cuanto al obrar del pecado. Siempre buscará susurrarnos al oído que en realidad las cosas no son exactamente como Dios las dijo. «No seamos tan serios —nos dirá— no creo que Dios haya querido expresar eso, ¿cómo Él les haría una cosa así? Tranquilos, sin duda no morirán». ¡Prestemos atención!, si las palabras que nos dicen están bañadas de miel, pero son contrarias a lo que Dios dice, ¡no las escuches! Porque están llenas de veneno mortal.

Estos ataques llegan para socavar nuestra confianza en Dios, sobre todo en tiempos de incertidumbre. ¿Has sido invadido por la duda últimamente? Quizás también la acompañen los temores, la ansiedad y el desánimo. Son muchas las mentiras que llegarán a tu puerta. ¿Cómo podemos estar preparados para combatirlas y hacerlas huir? Nuestro texto nos instruye: «En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti» (Sal. 119:11).

¿Qué hay en tu corazón cuando la mentira golpea la puerta? ¡Es a la Palabra de Dios que debemos atender! Ten confianza en ella y atesórala en tu corazón como el bien más preciado. Aunque la mentira insista a la puerta de nuestra alma para engañarnos, podemos mantenernos lejos de ella aferrándonos a la verdad. ¡Compra la verdad y no la vendas! Hazla tu mejor amiga, aférrate a ella como al tronco que se mantiene a flote en un río turbulento. Así como Ulises se ató al mástil para no seguir el canto de las sirenas, podemos aferrarnos a la verdad de Dios para hacer oídos sordos a las mentiras astutas del pecado.

Hoy y siempre puedes confiar en la poderosa Palabra de Dios. Recuerda lo que Dios le dijo al profeta: «¿No es acaso mi palabra como fuego, y como martillo que pulveriza la roca?» (Jer. 23:29). El apóstol Pablo dijo de ella que es «la espada del Espíritu» (Ef. 6:17) y que, junto con el «escudo de la fe», nos ayuda a resistir en el día malo. Una espada «más cortante que toda espada de dos filos […] y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (Heb. 4:12). ¿Qué más necesitas para resistir? ¿Tienes a la mano la verdad de Dios? Guárdala en tu corazón, aliméntate de ella, nutre tu fe de sus promesas y resiste firme. No habrá asedio suficientemente fuerte y largo que pueda destruir al corazón que atesora la verdad de Dios.

Adán y Eva fallaron en atesorar la Palabra de Dios en sus corazones para resistir el pecado, y nosotros sufrimos las consecuencias. Pero Jesús no falló, y es por Su vida victoriosa que fuimos salvos de aquella muerte eterna heredada. ¡Hoy podemos ver la Escritura como un especial tesoro! Hoy podemos llenar nuestros corazones de ella para no pecar contra nuestro Dios. Aun en momentos de gran tribulación podemos tener ese consuelo y esa confianza. Cada vez que llegue la tentación a tu vida, envía a la Palabra de Dios a atender la puerta.
SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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