30 DE ENERO
SALMO 130
«Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante» (SAL. 130:2).
El Salmo 130 es uno de los siete salmos penitenciales o de confesión que encontramos en la Biblia. En el salmo, el corazón del salmista sufre por causa de su pecado. Y, aunque son unos pocos versículos, tenemos mucho que aprender de la conciencia del pecado y de la seguridad del perdón.
En medio de nuestro pecado podemos tener la tendencia de escondernos de Dios. Nos sentimos avergonzados y sufrimos las consecuencias, sin acudir a Él por temor a que voltee Su rostro por causa de nuestra maldad. Pero esto no es lo que vemos aquí.
Quien escribió estos versículos sabía que, aun en lo profundo de su dolor, podía clamar a Dios y Él lo iba a escuchar (vv. 1-2). Porque hay un solo lugar en el que nuestros corazones pueden ser sanados. Hay un solo lugar en el que podemos encontrar perdón para nuestras transgresiones. Y es en la presencia de nuestro Padre celestial. Aun habiendo cometido los pecados más horrendos, podemos correr a Sus brazos en busca de socorro.
Pero el salmista tenía algo muy claro: «Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados, ¿quién, Señor, sería declarado inocente?» (v. 3). Ciertamente nadie podría estar de pie delante del Señor, nadie podría ser declarado inocente frente a Él por su pecado, a menos que la cruz fuera una realidad: «Pero en ti se halla perdón, y por eso debes ser temido» (v. 4).
Por la obra de nuestro Señor Jesucristo nosotros podemos permanecer de pie delante de Dios. ¡Por Su obra tú y yo podemos ser declarados perdonados porque Él pagó nuestra deuda! (2 Cor. 5:21). Cada pecado fue clavado en la cruz del Calvario y por eso podemos ser perdonados y restaurados.
Por la gloriosa cruz, luego de habernos arrepentido y confesado nuestro pecado delante de Dios, podemos responder como el salmista: «Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza» (v. 5). Esperamos en Él mientras nos sumergimos en la Palabra, y lo conocemos más a Él y sus caminos. Es ahí, por el poder de Su Espíritu y a través de Su Palabra, que nuestros corazones son sanados, restaurados y transformados.
Al pecar, recuerda que puedes correr en arrepentimiento a los brazos de tu Padre y esperar en Él, porque Jesús compró tu perdón y libertad.
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SALMOS
DEVOCION MATUTINA VESPERTINA
Narrado por: Joyce Vejar
Desde: Arizona, USA
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